Yurisel Laborde es una de las yudocas históricas del Buda cubano, Ronaldo Veitía. La santiaguera ocupa un lugar principal en esta arte marcial, a pesar de no haber escalado lo más alto del podio olímpico. En la exitosa carrera de Yuyú se hallan el bronce en Atenas 2004 y dos oros Mundiales del Cairo 2005 y Río de Janeiro 2007, dos medallas de plata en los certámenes del orbe de Múnich 2001 y Osaka 2003; y bronce en el Campeonato Mundial Juvenil en Cali 1998, entre eventos del máximo nivel. En el Panamericano del Deporte del 2008 con sede en Miami, después de combatir y ganar, Yuyú apostó por un futuro mejor, futuro que hoy ha hecho presente pues vive tranquila y feliz en su hogar de Miami junto a sus dos apuestos hijos Anthuane y Thiago, su esposo Bienvenido Estrada y su mamá Martha Duany.
Yurisel y Laborde trabajan como guardias de seguridad. Los que la conocen saben del esfuerzo, las horas de cansancio, de agotamiento en el gimnasio, las pesas, las pistas que empleó en pos de conquistar el cetro olímpico, para el cual en Beijing era favorita. Fue muy difícil tomar la decisión de abandonar su equipo, sus compañeras, su profesor; fueron emociones encontradas: saber que podía lograr su sueño olímpico o mirar y luchar a largo plazo por un futuro promisorio y… ¡no se equivocó Laborde! Para Yuyú, Veitia no puede dejar de mencionarse a la hora de hablar de la historia del judo cubano. El presente, después de su ausencia, lo dice todo. Su disciplina férrea, la voluntad de vencer que les inculcaba siempre serán recordadas por Yurisel Laborde.
